NACIONALISMO: La Patria organizada para el rescate de su SOBERANIA

PARTIDO NACIONALISTA DE PUERTO RICO
MOVIMIENTO LIBERTADOR

jueves, 1 de septiembre de 2011

LIBIA: ¿ALGO QUE CELEBRAR?

Los últimos días de agosto la prensa internacional informa sobre la caída de Trípoli, capital Libia, en manos de los llamados “rebeldes” del Consejo Nacional de Transición (CNT), con el consiguiente derrumbe del gobierno del coronel Mohamar Kadafi, después de seis meses continuos de bombardeos de la OTAN. Algunos sectores de la “izquierda” mundial, desde socialdemócratas hasta trotsquistas, pasando por algunos Partidos Comunistas europeos, pretenden interpretar este acontecimiento como la victoria de una revolución democrática del pueblo libio contra el dictador Kadafi, sin embargo los hechos concretos ponen en duda esa perspectiva.
 
Los acontecimientos en Libia corren en un sentido diametralmente opuesto a, esas sí, revoluciones democráticas que remecieron los regímenes dictatoriales títeres del imperialismo europeo y norteamericano en Túnez y Egipto, a fines de 2010 y comienzos de 2011. Mientras las revoluciones tunecina y egipcia, que se contagiaron por todos los países árabes, fueron explosiones de ira popular y juvenil salidas desde las profundas entrañas de sus pueblos, sosteniendo masivas movilizaciones pese a la sangrienta represión de sus gobiernos apoyados por Estados Unidos y la Unión Europea, la revuelta en Libia contó desde su inicio con la sospechosa complicidad e intervención de los países imperialistas que armaron, asesoraron, enviaron mercenarios y pusieron un gobierno títere, el CNT, compuesto por claros agentes de los intereses petroleros británicos, franceses y norteamericanos, algunos de ellos ex ministros de Kadafi.
 
 
Aunque en sus inicios las protestas en Libia tuvieron un carácter democrático, contagiadas por las sublevaciones populares de Túnez y Egipto, la rápida intromisión del imperialismo norteamericano, a través de las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de los bombardeos de la OTAN, transformó el conflicto interno superponiendo sobre  una rebelión democrática, una lucha por la autodeterminación Libia contra el imperialismo, tan legítima la una como la otra.
 
Cometen un acto de inaceptable ingenuidad política, o de criminal complicidad con el imperialismo mundial, quienes pretenden interpretar los sistemáticos bombardeos de la OTAN, más de 5,000 incursiones en 6 meses continuos de ataques sistemáticos, como un hecho marginal o como un supuesto apoyo a la “democracia” Libia, o como un  acto “humanitario de protección a las víctimas” de un régimen represor. Que la socialdemocracia y los “eurocomunistas” hayan apoyado activamente los bombardeos de la OTAN no extraña, pues ellos son la pata izquierda del régimen imperialista europeo hace tiempo.
 
Pero, ¿cómo explicar el silencio cómplice (o activo) de sectores de la extrema izquierda, en particular del trotskismo europeo? Desde los años 60 el trotskista argentino Nahuel Moreno denunciaba que la izquierda europea, en especial el “mandelismo” (hoy expresado en el NPA francés) sólo critica al imperialismo yanqui pero tiende a no combatir su propio imperialismo europeo al que atribuye virtudes “democráticas”. Pero ahora el problema se ha hecho extensivo a los propios seguidores de Moreno en América Latina, afectados por un esquema mental (el “objetivismo”), por el cual se interpreta la lucha de clases mundial como una ancha alameda por la que discurren revoluciones triunfantes una tras otra, mientras que el sistema capitalista sólo retrocede de crisis en crisis. Este esquema lógico, que ya demostró su flaqueza interpretando el proceso de desaparición de la URSS, y condujo a la crisis de la LIT y el MAS (argentino), ahora se encaja alegando que lo de Libia es lo mismo que en Túnez y Egipto, y que la intervención de la OTAN es sólo un hecho marginal.
 
¿Cuándo al imperialismo le ha interesado respetar la “democracia” o los “derechos humanos”? ¿El imperialismo ahora promueve revoluciones democráticas? La historia contemporánea prueba que es el imperialismo capitalista el que ha cometido los más atroces crímenes contra la humanidad  e impuesto las más sanguinarias dictaduras, en los países árabes, en África y en América Latina, con tal de garantizar la expoliación económica de los pueblos del mundo. Quien lo dude que mire al baño de sangre que han impuesto Estados Unidos y los supuestos gobiernos “democráticos” europeos en Irak y Afganistán, donde pese a la resistencia contra la ocupación y la debilidad de los gobiernos títeres, nadie puede creer que el imperialismo no se salió con la suya, al menos por ahora.
 
Hay que apelar al método tradicional del marxismo para la elaboración de la política concreta: ubicar cuál es el centro de la contrarrevolución mundial y cuál es su política, para combatirla. Por ello, por más que se esté contra el régimen de Kadafi y por el triunfo de una sublevación popular, no empezar la política por combatir la intervención de la OTAN y sus bombardeos y sus nuevos títeres del CNT es, cuando menos, un error garrafal.  
 
Intelectuales de “izquierda”, como Ignacio Ramonet, se convierten en brazo ideológico de la dominación imperialista del mundo pretendiendo argumentar que los bombardeos de la OTAN sobre Libia obedecen a un supuesto “nuevo orden mundial” basado en el respeto a los derechos humanos del cual el Tribunal Penal Internacional y su legislación serían su máxima encarnación, e irónicamente las armas de la OTAN su brazo ejecutor. ¿Cuándo el TPI ha juzgado a alguno de los genocidas militares, israelíes, norteamericanos o europeos de la OTAN, o los “cascos Azules”, por los crímenes cometidos en las múltiples invasiones a Serbia, Kosovo, Haití, Irak, Afganistán, Palestina, etc.? Nunca. El TPI sólo ha juzgado a represores que han sido instrumento de la política imperialista que se han vuelto incómodos o incontrolables.
 
Dicho lo anterior, hay que señalar con toda claridad que Mohamar Kadafi tiene una responsabilidad principal en las desdichas del pueblo libio y en su derrota militar: porque efectivamente es un régimen antidemocrático, que ha perseguido a los sectores progresistas y de izquierda, que en los últimos diez años cambió su línea de confrontación al imperialismo para abrirle las puertas al petróleo libio y adoptó una posición sumisa en el ámbito mundial, incluyendo la traición a la causa de la liberación de Palestina. Se equivoca también la izquierda acrítica que pretende disfrazar al coronel Khadaffi con un ropaje revolucionario que, si alguna vez lo tuvo, hace tiempo que perdió.
 
Hay que condenar, y condenamos, la represión del gobierno de Kadafi contra su pueblo, al igual que la del gobierno de Siria contra el suyo. Y hay que apoyar la lucha por libertades democráticas en ambos países con el mismo ahínco que debemos hacerlo con el pueblo de Barein o Arabia Saudita. Pero eso es muy distinto a creer que la libertad para esos pueblos llegará en los aviones de la OTAN. Todo lo contrario.
 
El régimen del coronel Kadafi, al igual que Hussein en Irak, o el general Noriega en Panamá, constituyen regímenes antipopulares, antidemocráticos y dictatoriales merecedores del repudio de sus pueblos. Y hubieran merecido que sus regímenes fueran arrasados por revoluciones democráticas de sus pueblos. Revoluciones que la intervención del imperialismo escamoteó con las consecuencias que ya conocemos. En el caso de Panamá a nadie cuerdo dentro de la izquierda se le ha ocurrido reivindicar la derrota del dictador por parte de la intervención norteamericana como una revolución democrática triunfante. Todo lo contrario.
 
Son mucho más repudiables, moral y políticamente, que Khadafi, los cínicos políticos de saco y corbata, que se hacen pasar por “demócratas”, de Washington y la Unión Europea, que se sirvieron esos regímenes para llenar las arcas de sus empresas transnacionales y que con invasiones militares han escamoteado la lucha democrática de esos pueblos para imponer gobiernos títeres que permitan la continua expoliación imperialista.
El futuro inmediato de Libia es dudoso, ni siquiera es posible confiar en las informaciones que transmiten las agencias de noticias al servicio del imperialismo. Lo único seguro es que el gobierno del CNT no hará ni más democrática, ni más independiente a Libia, y que el imperialismo por la vía de la OTAN ha vulnerado, una vez más, el principio de la autodeterminación de los pueblos.
No olvidemos que el principio de la autodeterminación de los pueblos es una conquista de los movimientos de liberación nacional a mediados del siglo pasado, por el cual cada nación soberanamente debe resolver sus asuntos internos sin ninguna intervención extranjera. Estados Unidos, la OTAN y el Consejo de Seguridad pretenden suplantar ese principio por su "derecho" a intervenir cuando y donde ellos decidan, con falsos argumentos democráticos, en función de sus intereses imperialistas.

Todas las naciones del orbe están en peligro.

Movimiento Popular Unificado
Panamá, 27 de agosto de 2011

UNA REVOLUCIÓN JUVENIL CONMUEVE AL MUNDO

Por Olmedo Beluche
 
No hay esperanza, no hay futuro. Perdón por ser un joven negro”, así recogía el programa Informe Semanal de Televisión Española la opinión de un adolescente londinense que salía de un juzgado donde, al igual que otros cientos, fue detenido por los recientes disturbios y saqueos en esa ciudad. Pese a la insistencia de ese documental, y de toda la prensa europea, por crear la impresión de que detrás de las recientes protestas en Londres no existe ninguna reivindicación, sino simple delito y afán de destrucción, las dos o tres ocasiones en que se les dio la palabra a los protagonistas de los hechos, éstos dejaron en claro su cabreo con una sociedad crecientemente injusta, desigual y sin futuro para la juventud de los barrios pobres. Es que la explosión de indignación juvenil en las ciudades inglesas es el producto más acabado del decadente sistema económico y social capitalista y treinta años de políticas neoliberales.
 
Aunque la chispa que incendió el polvorín inglés fue el asesinato racista de un joven negro a manos de la policía, el alcance generalizado del hecho encuentra su explicación en las mismas motivaciones que han llevado a las calles y a las plazas a centenares de miles de jóvenes españoles, los “indignados” del movimiento “15-M”: la convicción de que el sistema capitalista les niega la menor esperanza de una vida decorosa, que sólo tiene para ellos el desempleo crónico y masivo (sobre el 40% en España en ese rango de edad) y la condena a una vida de pobreza y privaciones. Esta juventud de hoy, que ve su vida condenada a la cloaca social, puede apreciar muy bien cómo una minoría se enriquece descaradamente y cómo el sistema político es una falacia completa, corroído de cabo a rabo por la corrupción, en que los políticos de saco y corbata, de derechas y dizque de “izquierdas”, son la misma porquería.
 
No hay que tener la imaginación de Don Quijote para percibir que estos son los mismos sentimientos que han llevado a las calles y a protestas igual de violentas en Grecia a lo largo de los últimos dos años. ¿No fue la misma juventud, con la misma indignación, que derribó los regímenes dictatoriales y amigos de la “democracia occidental” en Túnez y en Egipto, que conmueve todo el norte de África y el Medio Oriente? Aunque teniendo como eje el problema de la educación pública y gratuita, ¿no es la misma indignación que moviliza a los adolescentes y jóvenes chilenos contra el gobierno reaccionario de Piñera, y antes contra el “izquierdista” de  Bachelet?
 
No es ninguna casualidad que estas explosiones sociales y que este nuevo “actor social”, la juventud obrera sin empleo, se produzcan paralelamente a una escalada en la crisis económica capitalista, en que los banqueros y los políticos a su servicio, pretenden dar otra vuelta más a la tuerca del saqueo y la explotación de países enteros aduciendo la deuda pública de los estados, deuda que no tiene nada de “soberana” ni de legítima. Esos parásitos sociales, los banqueros, causantes de la crisis financiera de 2008, beneficiarios de los “rescates” multimillonarios que se echaron a los bolsillos, ahora pretenden usar la deuda como excusa para profundizar las privatizaciones, el despido de miles de empleados públicos, el desmantelamiento de los beneficios sociales, en particular al educación y la salud, el robo de nuestras pensiones de jubilación, y la condena al trabajo forzado hasta los 67 años de edad, como mínimo.
 
Parodiando a Marx y Engels, podemos decir: “un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la indignación”; de la indignación de los jóvenes del siglo XXI para quienes el capitalismo no depara nada bueno. Sin duda este año, 2011, se está pariendo algo nuevo. Es un parto difícil, con más dolores que lo habitual. Parto del cual se ignora el sexo de la criatura por venir. Pero sin duda que será algo nuevo que va a cambiar el orden mundial que hemos conocido. Esa es la esperanza, la única, para la humanidad.
 
No importa que en este momento esa juventud que está fabricando lo nuevo, no tenga un programa político claro, como pretenden criticarle algunos dirigentes de la “izquierda” que hace parte y se beneficia del actual “estado de cosas”. ¿Acaso los obreros, campesinos y soldados rusos lo tenían claro al inicio de 1917? No. Lo importante es que esa juventud que conmueve al mundo llegó a la conclusión que es la misma cosa Zapatero que Rajoy, el PSOE que el PP, Obama que Bush, Bachelet que Piñera, Cameron que los laboristas, y que el alabado sistema “democrático” es una mentira.
 
El deber de los revolucionarios socialistas de la generación anterior, es acompañar a esa juventud, ayudándole a racionalizar el proceso político, a darle conciencia política a sus acciones, a construir el programa y construir el camino de lo que está por venir, a ser el puente que muestre lo que se puede rescatar de las experiencias pasadas, lo bueno, pero también los errores y desviaciones que impidieron que le legáramos un mundo mejor, las lacras del “pensamiento único”, el sectarismo y el oportunismo.
 
Más temprano que tarde, esos vientos de indignación remecerán las costas panameñas, donde la ya se está larvando el descontento social, la decepción con los “team Martín” y “los locos somos más”, porque muchos maduran y ven claro que es lo mismo Martinelli, Varela y el PRD. Por ahora, parte de ese descontento de los “Ni, Ni” (los jóvenes que “ni estudian, ni trabajan”) se canaliza por la vía de la violencia de las pandillas y la criminalidad (como en toda Centroamérica y México). Pero a la larga la necesidad histórica se impone y echa mano de individuos y grupos sociales que ni te imaginas. ¿Acaso Pancho Villa no fue primero un cuatrero para convertirse luego en cabeza de la Revolución Mexicana?