NACIONALISMO: La Patria organizada para el rescate de su SOBERANIA

PARTIDO NACIONALISTA DE PUERTO RICO
MOVIMIENTO LIBERTADOR

miércoles, 6 de abril de 2011

OTRAS MIRADAS A LOS 50 DE PLAYA GIRÓN


 
  por Manuel E. Yepe
  Publicación en MONCADA
 
         La prestigiosa revista cubana Temas dedicó en marzo su espacio cultural de debate de cada último jueves de mes a echar una mirada de análisis histórico a los contextos políticos de Cuba y Estados Unidos en que tuvo lugar Playa Girón, la dinámica previa a la invasión, la reacción ante el acontecimiento, y sus consecuencias para la cultura política y el proceso revolucionario, hace 50 años.
 
            El panel estuvo integrado por Peter Kornbluh, director en el Archivo de Seguridad Nacional, en Washington, Estados Unidos; María del Pilar Díaz Castañón, profesora titular de la Universidad de La Habana y autora de dos libros sobre los años iniciales de la Revolución; el profesor, escritor y combatiente de Playa Girón Eduardo Heras León, y el investigador histórico y director de la Editora Capitán San Luis, Juan Carlos Rodríguez.
 
             Las cuestiones debatidas giraron en torno a los procesos y acontecimientos políticos que marcaron la radicalización de la Revolución en 1960 y los primeros meses de 1961, la escalada en el conflicto con Estados Unidos, el impacto de la invasión sobre la sociedad cubana y la administración de Kennedy, y las consecuencias de la derrota de la invasión para el proceso revolucionario y la política norteamericana.
 
                 El destacado historiador estadounidense Peter Kornbluh refirió la existencia de textos inéditos o poco divulgados de aquella época que explican la actuación vacilante del presidente Kennedy, una vez desatada la agresión, atribuida al interés de mantener el carácter encubierto de la presencia de norteamericana y a su eventual propósito de no incurrir en acciones de guerra que legitimarían represalias de la URSS en Berlín Occidental o en otros puntos. Destacó en otro momento de sus intervenciones cómo en altas esferas de Washington se especulaba entonces acerca de la identificación o no de Fidel con las ideas socialistas y comunistas.
 
         

           La profesora Díaz Castañón se refirió al inmediato y masivo compromiso del cubano contemporáneo con la dinámica revolucionaria, que propició incluso un cambio en la temporalidad ante la rapidez con que habían de enfrentarse las múltiples tareas a cumplir. Es la obra misma de la revolución, y la dedicación con la que el contemporáneo la emprende, lo que propicia la masiva aprobación, por ejemplo, de la ola de nacionalizaciones en 1960. La respuesta a la explosión del vapor francés “La Coubre” muestra el cambio que se ha producido en esa mentalidad. Así, explicó la profesora, el mismo proceso va convirtiendo al hacedor en protagonista y héroe de su tiempo, cualidad que se hará patente  ante el enfrentamiento y derrota de la Brigada 2506 en las arenas de Playa Girón.
 
           Del mismo modo, aludió a la masiva participación popular en la recogida de elementos hostiles al proceso revolucionario, y a la significación que la pérdida de la ciudadanía cubana que sancionó a los miembros de la 2506 tuvo para la época. Insistió en que es la participación en el proceso mismo la que convierte al espectador en protagonista, y le hace aguardar desafiante la invasión que se creía integrada por el ejército de los Estados Unidos.
 
             Eduardo Heras León aportó gran emotividad al debate con sus vivencias acerca de las circunstancias en que él, como tantos otros jóvenes humildes, lograron participar en aquella histórica contienda incorporados a las milicias patrióticas dispuestos a entregarlo todo, incluso la vida, por defender un ideal de independencia y justicia social. Consideró que la eficiencia en el combate de una fuerza militar de defensa inexperta como la que él integró se basó en el carácter espontáneo de las motivaciones de los bisoños milicianos, estimulados por su admiración por los oficiales y soldados rebeldes que combatieron codo con codo con ellos hasta hacer recíproca la admiración. Precisamente por esa admiración recíproca que surgió de los combates de Playa Girón es que, según la reflexión de Heras, nació a partir de ese momento un ejército nuevo: ya no serían el Ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias, sino las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Esa fue una de las grandes lecciones de Girón.
 
           Los participantes en la batalla, añadió, no sabían que vivían un momento histórico, ni tenían conciencia histórica del hecho, que fue decisivo en su formación ideológica.

              Juan Carlos Rodríguez  destacó que Playa Girón marcó un momento decisivo para la fusión entre las fuerzas de combatientes cubanos contra la tiranía y la toma del poder con las nuevas fuerzas incorporadas a la lucha grande por la defensa de la soberanía nacional y por el socialismo. Indicó que, de tal manera, Playa Girón trajo aparejada la radicalización del proceso revolucionario y la unidad de sus filas.
 
       Al finalizar el debate, Rafael Hernández, director de Temas y moderador del encuentro, recordó que José Martí señaló que las revoluciones verdaderas muchas veces han de mantener ocultas ciertas cosas para lograr sus objetivos, y es por ello que el análisis de los acontecimientos históricos desde la óptica que aporta la distancia en el tiempo contribuye a su más cabal comprensión.
 
La Habana, Abril de 2011

LA GUERRA EN LIBIA Y LA CONFUSIÓN DE CIERTA IZQUIERDA

Por Olmedo Beluche
 
Empiezo por lo que mejor conozco, Panamá. En algún momento de los años 80, cuya fecha precisa se me escapa, el compañero Herasto Reyes, fundador y dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores de Panamá, escribió un artículo de página completa en el periódico de la organización afirmando que era absurda la denuncia de algunos sectores panameños que señalaban que la muerte del general Omar Torrijos había sido un magnicidio tramado entre la CIA y organismos de seguridad panameños. La lógica del artículo de Herasto, y de aquella dirección del PST, era de hierro: Torrijos  no pudo ser asesinado por el imperialismo ya que era un gobernante burgués de un régimen burgués controlado por Estados Unidos. “¿Para qué lo iban a matar?”
 
Otra. La noche del 19 de Diciembre de 1989, horas antes de la invasión, el Comité Ejecutivo del PST discutió hasta tarde los rumores que corrían por la ciudad de que una operación militar a gran escala estaba a punto de ser lanzada por el ejército yanqui contra las Fuerzas de Defensa y el general Noriega. Después de más de dos horas de discusión prevaleció la opinión de que esto no sucedería. Opinión que era fortalecida por la revista de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) que, en su editorial de ese mes,  osaba afirmar que no habría invasión a Panamá porque Estados Unidos seguía aquejado por el “síndrome de Vietnam”. En la mente de algunos prevalecía la lógica de que Noriega era un títere de los yanquis: ¿para qué lo iban a invadir?
 
En el último caso, a pocas horas de aquella histórica reunión, se demostró lo completamente falso del razonamiento de la LIT y de la mayoría del CE del PST. En el primer caso, treinta años después se sigue sin conocer los hechos certeros, pues nunca ha habido una investigación seria sobre la muerte de Torrijos, aunque los indicios circunstanciales parecen indicar que sí hubo un magnicidio, frente a cuyo dictamen histórico cabría, por lo menos, ser cautelosos.
 
Ambos errores de apreciación tienen un origen común: el reduccionismo lógico que sólo aprecia la realidad política desde las contradicciones de clase (proletariado-burguesía) y menosprecia la contradicción imperialismo-naciones oprimidas.  Aunque los marxistas no somos nacionalistas, sino internacionalistas, las contradicciones entre sectores nacionalistas de las burguesías de los estados oprimidos y el imperialismo, constituyen un elemento que no podemos ignorar en el análisis y en el quehacer político. Porque es esta dimensión la que expresan personajes contradictorios, pero de peso en la realidad concreta, como: Omar Torrijos, Manuel Noriega, Hugo Chávez, Juan D. Perón, Nasser, y un largo etcétera hasta llegar al coronel Gadafi.
 
Esa contradicción (nación oprimida-imperialismo) puede existir y da lugar a situaciones complejas, aún en el caso de que dichos personajes repriman a sus trabajadores, o incluso procuren pactos traicioneros con el imperialismo. Por ejemplo, al general Noriega no le sirvió de nada el haber estado en la nómina de la CIA , cuando su régimen se transformó en un peligro para los intereses del imperialismo norteamericano. Parece evidente que en caso de Gadafi, aunque transó con el imperialismo yanqui y europeo en la última década, nunca pudo quitarse el estigma de origen nacionalista, ni constituirse en el tipo de régimen sumiso que los imperialistas desean.


 Como bien plantea Fred Goldstein (Mundo Obrero de EE UU) en un reciente artículo, desde el principio de la crisis Libia, el tratamiento de la situación de este país fue bien distinta a la actitud asumida por Estados Unidos y la Unión Europea frente a las revoluciones en Túnez, Egipto, Bahrein, etc. Mientras Mubarak asesinaba más de trescientas personas antes de abandonar el poder, jamás la Sra. Hillary Clinton y los medios imperialistas hicieron una campaña respecto a masacres que justifiquen una acción militar contra Egipto. Para no mencionar que paralelo a los bombardeos contra Libia, la monarquía saudita (socia de EE UU) invadía Bahrein con su respectivo baño de sangre con el silencio cómplice de los gobiernos europeos y norteamericano.
 
Con lo dicho, no pretendemos en absoluto dorar la píldora y disfrazar a Gadafi de “revolucionario”, como ha hecho Daniel Ortega. Para nada. Ningún marxista revolucionario puede llamar al apoyo del régimen represivo de Gadafi. Pero lo que ningún marxista revolucionario tampoco puede hacer, y menos si se trata de un ciudadano de la Unión Europea o Estados Unidos, es dejar de condenar la intromisión del Consejo de Seguridad de la ONU , la imposición de la zona de exclusión aérea, los bombardeos de la OTAN y de EE UU.
 
En ese sentido, ha sido impecable la política exterior del gobierno cubano y los artículos de Fidel Castro quienes, diferenciándose de Gadafi, y aún condenando la represión contra ese pueblo, han puesto el dedo en la llaga respecto a las pretensiones del Imperialismo norteamericano y europeo de intervenir en Libia para imponer un régimen títere.
 
Callar frente a la agresión imperialista contra Libia es un crimen político. Por ello, todo comunicado, declaración artículo o manifiesto de un partido político, que se autocalifique de izquierdas, que no empiece por exigir el cese de los bombardeos y de la intervención imperialista en la guerra civil libia, en especial de organizaciones europeas, constituye una capitulación a su propio imperialismo, es un apoyo a sus ejércitos neocoloniales y a los crímenes de lesa humanidad y contra la soberanía de un país, que se está cometiendo bajo el manto de la falsa “ayuda humanitaria”.
 
Puede que para un revolucionario libio, el eje de su política sea el derrocamiento de Gadafi. Pero para un revolucionario europeo o latinoamericano el problema no es Gadafi, sino la política imperialista, que si triunfa impondrá uno peor que Gadafi en el gobierno de Trípoli, y sentará precedentes para nuevas intervenciones militares. No denunciar los bombardeos y la intervención de la OTAN es mentirle a los trabajadores respecto a Obama, Sarkosi, Cameron, Brelusconi o Zapatero. Es darles un disfraz “humanitario” a esos agentes de la burguesía imperial que sumen a sus pueblos en el desempleo y la miseria neoliberal. ¿Desde cuándo al imperialismo le interesan “los derechos humanos” si no es como excusa para saquear la economía de un país? ¿Por qué en el Tribunal Penal Internacional sólo investiga crímenes de “lesa humanidad” cometidos por personajes de países “parias” y no los cometidos por los ejércitos norteamericano en Irak y Afganistán, o la complicidad del ejército francés en el genocidio de Srebrenica en Bosnia?
 
El paso en falso dado por algunos compañeros y organizaciones partió por un análisis simplista y una generalización: “lo de Libia es la misma revolución que en Túnez y Egipto”. Nuevamente aquí era válido el consejo de Lenin: “análisis concreto de la situación concreta”. No se entró a considerar el peso de las contradicciones étnico-tribales internas (tripolitania-cirenáica), la fractura del ejército y de las figuras del propio régimen libio, cada vez más evidente que alentadas o dirigidas desde Francia. No se entró a considerar la política diferenciada del imperialismo frente a este país, lo cual como mínimo debía ponernos en alerta. De ese análisis incompleto  había un solo paso a la conclusión de que al igual que el eje de la política debe ser el “abajo Gadafi”, sin considerar el factor de la política imperialista.
 
Incluso hacerse eco de una supuesta matanza de civiles por la aviación libia, sin considerar que el propio régimen de Gadafi pidió a la ONU una comisión independiente que investigue las denuncias. Deslizado por este esquema, coincidente con la campaña de CNN, un trabajador que ha escuchado a sus organizaciones decir estas generalizaciones, tiene que concluir (erróneamente) que, después de todo, la intervención de la OTAN “es el mal menor, porque peor es Gadafi”.
 
¿Qué hacemos frente a la guerra civil? Lo mismo que en Panamá dijimos sobre el régimen de Noriega: es un asunto soberano del pueblo libio resolver o no el futuro del régimen de Gadafi. Los que crean que la OTAN interviene para “ayudar a los revolucionarios” son unos ingenuos.
 
De todos los artículos que se han publicado en el debate sobre Libia el peor es el firmado por Gilbert Achcar (“Un debate legítimo y necesario desde una perspectiva antiimperialista”). Partiendo de una cita de Lenin sobre el Tratado de Brest-Litovsk, en el que la Unión Soviética tuvo que pactar el fin de la guerra con Alemania, incluso cediendo, para salvar la Revolución Rusa , el Sr. Achcar extrapola falseando la realidad concreta para convencernos de las bondades de la intervención de la OTAN en Libia como “mal menor”. Lamentablemente el gobierno Libio reconocido por la OTAN no está presidido por ningún Lenin, sino por un ex funcionario de Gadafi pasado al servicio del gobierno francés.
 
El Sr. Achcar concluye su artículo proponiendo una nueva doctrina (¿antiimperialista?) por la cual los problemas del mundo y las futuras revoluciones se resolverán exigiendo “intervenciones humanitarias” de la ONU y la OTAN. Para empezar Achcar, y la increíble cantidad de gente de izquierda que rebota su artículo como la gran cosa, “olvidan” el verdadero carácter de la ONU , en particular su Consejo de Seguridad, como agencia de los intereses imperialistas.  De ese olvido, Achcar pasa a apoyar la invasión norteamericana contra Irak, la Guerra del Golfo para “liberara a Kuwait”, luego expresa su añoranza de que la ONU no invada al Congo, y que no lo hiciera en Ruanda, etc. Se olvida este señor que “fuerzas internacionales” avaladas por la ONU intervienen en países como Haití, Líbano, Bosnia, Kosovo, Irak, Afganistán y otros países del África y todas esas intervenciones son contra esos pueblos, contra su libertad y soberanía, para garantizar la expoliación imperial.
 
El Sr. Aznar, vocero de la derecha española, que sí sabe qué intereses defiende, debe estar contento con las conclusiones de Achcar, pues ya ha propuesto generalizar la “medicina” de la OTAN en Libia y aplicarla en Cuba. ¿Será coincidencia la rima Aznar-Achkar?
 
El error de reducir todas las contradicciones a un problema de clase contra clase, y no justipreciar el peso de los factores nacionales frente al imperialismo y el colonialismo ha conducido a no pocos marxistas a metidas de pata. La más famosa, el error de Federico Engels de considerar a las naciones eslavas de Europa oriental como “naciones ahistóricas”, sin futuro frente a una supuesta revolución obrera mundial que vencería inminentemente y le quitaría sentido a toda demanda por estados nacionales soberanos. Pero en Engels ese error tenía una explicación política: para él la Rusia zarista, era el polo de la reacción mundial del siglo XIX, y utilizaba a esos pueblos eslavos contra las revoluciones democráticas del centro de Europa, en particular Alemania y Austria.
 
Para usar la lógica de Engels ¿Dónde está el polo de la reacción mundial hoy? ¿No está expresado en el Consejo de Seguridad de la ONU ,  la Casa Blanca , el Pentágono, la OTAN ? Un refrán popular aplicado a la política dice: “Piensa mal y acertarás”. Como consejo a cualquier revolucionario del mundo vale extender el refrán a: “Piensa qué quiere el imperialismo a través de sus organismos, ubícate en el lado opuesto, y acertarás con una política revolucionaria”.
 
Lenin, quien mejor comprendió la esencia de la etapa del capitalismo bajo la que vivimos, que bautizó como imperialismo, señaló que los revolucionarios marxistas, aún teniendo como eje la revolución socialista obrera, no podían desconocer la contradicción entre naciones opresoras y oprimidas.   En la fase del capitalismo imperialista la política revolucionaria debe responder a ambas necesidades, las contradicciones de clase, pero también el combate contra el imperialismo y la recolonización. En ese sentido, frente a la actual crisis en Libia, un revolucionario puede estar por el derrocamiento de Gadafi, pero a condición de que primero condene la intervención militar imperialista.  Lamentablemente se aprecia en las declaraciones de varias organizaciones la ausencia de ese precondición o su reducción a un lugar secundario.