El comunicador, quien fuera totalmente aislado desde el momento de su captura, aunque entró al vecino país de manera legal identificándose como ciudadano sueco, nacionalidad que adquirió como perseguido y refugiado político desde hace algo más de una década, y con la cual se movía por Europa sin ninguna restricción, sin observar consideraciones éticas ni jurídicas fue entregado por las autoridades venezolanas de manera insólita y expedita al gobierno colombiano, violándosele todas las garantías procesales, tal como lo denunció el abogado de Joaquín Pérez Becerra, y organizaciones políticas como el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento Continental Bolivariano.
No es la primera vez que un fenómeno penoso como este ocurre en territorio venezolano durante el gobierno del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. En épocas recientes han sido entregados, sin formula de juicio alguna, personas a las que se les acusa de ser guerrilleros o militantes de organizaciones rebeldes como las FARC, el ELN ó ETA, colocándoselas con el uso del rasero del imperialismo, en condición de terroristas, con lo que las autoridades del país hermano hacen el juego a la persecución, tipo Plan Cóndor, a la manera de las viejas dictaduras militares del Cono Sur, que los regentes del capitalismo han desencadenado contra los luchadores populares.
Es esta, una afrenta contra el movimiento popular que al tiempo que devalúa la genuina condición bolivariana y revolucionaria del gobierno venezolano, alimenta las nefandas pasiones de un régimen que como el colombiano ha desbocado su ira en función de destruir y silenciar a quienes, incluso desde la pluma y los micrófonos, hacen esfuerzos pacíficos para que el mundo conozca la opinión de la otra parte contendiente en la lucha por el poder político en Colombia y sobre todo se entere de la profunda crisis humanitaria en que el Estado colombiano mantiene a la población más humilde de nuestro país desangrado por la guerra de exterminio que sus gobernantes le han declarado para beneficiar a las trasnacionales del dólar.
Nosotros que respetamos y consideramos altamente los esfuerzos del gobierno venezolano por dignificar a los pueblos del continente, expresamos en estas circunstancias marcadas por el absurdo que, más allá de las motivaciones que le empujen a anteponer sus intereses de Estado frente a los clamores de la nación granadina comunera, herida y sangrante bajo el látigo de sus opresores, confiamos totalmente en que el Bravo Pueblo hermano, hijo de nuestro mismo padre e historia, sostendrá su solidaridad incondicional con las FARC-EP y con la lucha del sufrido pueblo colombiano. Estamos convencidos, que bien saben los venezolanos con decoro, que nunca las concesiones contra-revolucionarias han servido ni servirán para aplacar los odios ni la voracidad de imperios como el de Estados Unidos en su afán por apropiarse de los recursos naturales del mundo. Quien así no lo crea, bien puede mirarse en el espejo de la triste realidad que padece el pueblo libio, hoy sometido a las infamias del imperio yanqui y de la Alianza Militar Atlántica.
Convocamos, la solidaridad de todos los revolucionarios del mundo y de las agencias de prensa independientes y democráticas, para manifestarse en favor del decoro antiimperialista, en contra de la opresión fascista que padece Colombia en manos de sus victimarios oligarcas. Ninguna persona que tenga amor por la dignidad humana puede convertirse en apoyo de las ignominias del régimen de Juan Manuel Santos.
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