Aquel
“corte”, el de Trujillo, dicen que se llevó unas veinte mil cabezas haitianas,
procedentes de la heroica matria que desbrozó el camino de la primera
independencia latino-caribeña y realizó la primera revolución antiesclavista en
el “nuevo mundo”. Una de la más hermosa y justiciera insurrección negra que
ojos humanos hayan visto.
Rafael Leónidas y Héctor Trujillo en plena tiranía
Alguien, que
después se llamaría José Francisco Peña, perdió su padre y su madre en aquella
matanza, no ha así el dolor eterno que provoca la discriminación dominante y el
cruel estigma racista.
A él le
objeté su empeño en demostrar que no era un sobreviviente de la matanza y le
sugerí que defendiera con gallardía su valioso origen, y me respondió con
rostro contraído: “¡Ay Narciso, tu no sabes lo terrible que es esta oligarquía
racista, si lo hago, me trituran!”
Cierto, ni
yo, ni él que la sufría a flor de piel, teníamos conciencia plena de hasta
donde podía llegar la maldad que es capaz de generar el racismo anti-haitiano.
Pensábamos que las variantes del nazi- fascismo ya no eran viables después de
su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
Pero en
verdad han vuelto a coger un vuelo inusitado en esta “hora de los hornos”, de
esta desgarradora era neoliberal del capitalismo decadente. Los colmillos del
racismo y la xenofobia se afilan, y crece una especie de neo-nazismo con rasgos
propios por países y regiones, que se convierte en corrientes políticas con
tendencia a fundirse con los Estados.
Aquí está en
pleno auge, después de entronizada la Constitución del 2010, de reciclado el
seudo nacionalismo anti-haitiano, de integradas la instituciones que conforman
la dictadura morada con sus pervertidas cortes fascistoides que no son altas ni
cortes.
Y han puesto
en marcha el nuevo “corte”, dirigido a matar en vida, a lanzar a la condición
de parias indocumentados, a centenares de miles de dominicanos/as descendientes
de haitianos y haitianas; y a perseguir despiadadamente las nuevas olas de
emigrantes del vecino y súper-empobrecido país, ocupado militarmente por EEUU y
sus aliados.
Un “corte”
post-moderno, inicialmente sin sangre, pero seguramente más cruel y más masivo.
Calculen: todos/as los/as indebidamente registrados/as del 1929 hasta la fecha.
¡Un rompan fila y vive el Jefe con vaselina!
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