NACIONALISMO: La Patria organizada para el rescate de su SOBERANIA

PARTIDO NACIONALISTA DE PUERTO RICO
MOVIMIENTO LIBERTADOR

martes, 25 de octubre de 2011

Antonio Valero de Bernabé: El Puertorriqueño Libertador de América


por Luis Echevarría

Fue por pura casualidad o era de esperarse.  Estuve leyendo varios libros biográficos sobre Simón Bolívar cuando me señalaron el nombre de Antonio Valero.  En ninguno de los libros que leí de Bolívar, se le mencionaba.  “Es un puertorriqueño que luchó con Bolívar y nunca lo abandonó”, me dijeron.   Fue cuando mi curiosidad me impulsó a indagar.   Le pregunté a conocidos, amigos, familiares y nadie sabía quién era.  Un desconocido por generaciones.


Así como miles, y miles de puertorriqueños que no conocemos quien fue el General Antonio Valero de Bernabé Pacheco, decidí hacer un escrito, sencillo, sobre él, con la esperanza que se publicara y cayera en la lectura de alguien, y de esta forma supieran quién fue, pues su vida es fascinante y admirable. 
 
....Un valor excepcional....
 
Fue en el pueblo de Fajardo en 1790 donde nació Antonio Vicente Miguel Valero de Bernabé Pacheco.   Su padre Cayetano Valero de Bernabé era oficial español de defensa y su madre Rosa Pacheco de Onormandía, criolla nativa de hacendada familia.  Cuando su padre muere, al cumplir los treces años, su tío lo envía a España a estudiar la carrera militar.  Con grado de teniente a los 18 años sale en campaña contra las tropas de Napoleón que invaden a España.  Seis años duró la guerra y Antonio Valero demostró un valor excepcional en el campo de batalla que lo llenó de numerosas condecoraciones, títulos y ascensos.  A la edad de 24 años es Coronel. 
 
Para Valero, y sus compañeros cercanos de armas, como Juan de O¹Donojú, el combate era por la libertad y la independencia de una patria frente al invasor.  La Libertad y las nuevas ideas liberales eran los temas más importantes del momento, por eso las logias masónicas fueron centros de reuniones que atrajeron a muchos oficiales como Antonio Valero.   Todos sus miembros deseaban el fin del régimen absolutista de Fernando VII que al terminar la guerra es restituido al trono. 
 
Fernando VII comienza una persecución contra todo aquel de ideas liberales, restableciendo el tribunal de inquisición y el envío de tropas a las colonias en América para retener su dominio y combatir las fuerzas militares libertadoras. 
 
Estos fueron los años del inicio de la conciencia emancipadora de Antonio Valero.  El siempre se sintió Americano entre los peninsulares. “Nací en la isla de Puerto Rico, y obligado desde mi juventud, a buscar educación y carrera que no podíamos hallar en nuestro país, bajo el gobierno español, pasé a la Península en el año 1803; allí escogí la carrera militar.”
 
....La conciencia emancipadora....
 
A comienzos de 1821, decide trasladarse a México, como ayudante de su amigo personal Juan O¹Donojú, quien acaba de ser nombrado Virrey de México.  El movimiento separatista en México, estaba en su más alto apogeo y la soberanía española era casi inexistente.  O'Donojú, de ideas liberales, desea un pacto con el General Agustín Iturbide, jefe de los revolucionarios con pretensiones de emperador, y se logra el Tratado de Córdova. 
 
Con este tratado, México se declara independiente de España.  El Coronel Antonio Valero es nombrado Jefe Mayor del ejército mexicano y se le otorga la Medalla de los Libertadores de México.  No pasa sólo unos diez meses cuando fallece  repentinamente, su amigo, el General Juan O'Donojú.
 
Apenas de un año de la nueva república, Iturbide se proclama Emperador y es respaldado por la mayoría del nuevo congreso.  Valero, que siempre ha repudiado la monarquía y sabiendo que pronto será perseguido por sus ideales liberales, decide dejar el país.   El reinado de Iturbide no dura dos años.  Es derribado por uno de sus generales, perseguido y  finalmente fusilado.
 
Antonio Valero sale del puerto de Veracruz con destino a Jamaica cuando estando cerca de Cuba, es abordado por piratas que entregan la embarcación a las autoridades españolas. “Estuve algunos días oculto, fui luego descubierto y confinado a un castillo.  Los buenos patriotas, que allí no faltan, me auxiliaron para mi fuga; y después de haber tocado en los Estados Unidos, tuve la anhelada satisfacción de llegar al puerto de La Guaira.”
 
Los buenos patriotas, que nos narra Valero eran miembros del llamado movimiento separatista Conspiración los Rayos y Soles de Bolívar.  Estos provenían de Argentina, Colombia, Ecuador y Cuba.  Es con ellos que Valero desarrolla un plan militar, que conduce hacia la expedición libertadora de Puerto Rico.
 
El plan era en acorde con el ideal bolivariano que Puerto Rico se integrara a la Gran Colombia.   Hacer un estado independiente llamado Borinquen, su antiguo nombre, y honrar la Constitución de la Gran Colombia. 
 
Antes de su llegada a Venezuela, desembarca en la isla de Saint Thomas por unos días y establece relación con representantes del movimiento separatista de Puerto Rico.
 
....Tenga siempre su nombre....
 
Tiene 33 años cuando toca tierra venezolana y de inmediato se presenta al General Carlos Soublette que desempeñaba la Intendencia de Venezuela y estaba encargado de la Dirección de la Guerra en los Departamentos del Norte de la República.  Este lo acoge por su deseo de servir a la causa bolivariana, por su educación y capacidad militar que tanto se necesitaba en esos momentos.  Soublette, le propuso al General Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de la República de Colombia, el nombramiento de Valero con el rango de General de Brigada en el ejército colombiano.
 
Se le nombra Jefe de la Segunda Columna y su primera misión es la de auxiliar las tropas de Bolívar en el Perú.  Antes de su partida. acompañado por una comisión recién llegada de Cuba le presentan a Santander el plan para liberar a Puerto Rico y Cuba.  Santander les explica que por el momento la atención del ejército colombiano es expulsar el ejército español del Perú.
 
En marcha, se encuentra con el General Antonio José de Sucre que derrota al ejército realista en la batalla de Ayacucho, consumiendo la independencia del Perú y, en definitiva, la de toda la América del Sur.  Al llegar a Lima a principios de 1825, se presenta al Libertador.  Bolívar ese mismo día le escribe a Santander: “Hoy ha llegado el General Valero con su hermoso batallón, y he dicho que le pongan el nombre de Caracas, que dejó en Ayacucho; porque es preciso que la cuna de la independencia tenga siempre su nombre en el ejército.  No he hecho más que verlo, pero me parece un excelente oficial, por lo que he oído de él y por su fisonomía. Le he dado el mando de la división que sitúa al Callao a las órdenes del General Sálom.”  El Callao, era el único territorio peruano, en que el ejército español no deseaba abandonar.
 
Valero, siempre con el deseo de liberar a Cuba y Puerto Rico le presenta el plan a Bolívar.  Este le responde las mismas razones que Santander le ofreció, pero le comenta que tiene el deseo de la liberación de las islas antillanas. 
 
Sabemos que Antonio Valero era un hombre apuesto, gentil con el sexo opuesto, fuerte de carácter, firme en sus palabras, culto, cordial, un poco sedentario, nómada, nada sosegado, sociable, y  excelente ventrílocuo.  Este don en que en una época era considerado como sobrenatural, le salvó la vida en varias ocasiones y lo utilizaba con humor.  En una ocasión en un banquete un famoso general se proponía a cortar un camarón y éste le dijo con voz de lástima:  “No me coma usted, por amor de Dios, soy padre de familia y tengo a quien hacerle falta.”  El general dejó caer los cubiertos y se quedó perplejo al oír hablar al camarón.
 
Cuentan sus amigos que en el campo de batalla era “un león desencadenado”. Durante su estadía en el Perú traduce del francés la obra Consideraciones del Arte de la Guerra del Barón de Rogniat, la cual se la dedica a Simón Bolívar.
 
A principio de 1826, se le ordena ir a Panamá a defender sus costas de los intentos de reconquista por España que provenían de Cuba y Puerto Rico.  Cuando el general Soublette lo designa Subjefe de Estado Mayor General del Ejército de Colombia, también se le concede el busto del Libertador del Perú y la medalla del Callao por su valerosa campaña en contra de los realistas. Valero se siente agradecido por el honor recibido.
 
... Un estorbo para sus planes....
 
La guerra de independencia americana en esta parte del continente ha terminado.  El poder de España en América había llegado a su fin. Sólo Puerto Rico y Cuba quedaban bajo el dominio español que inmediatamente las refuerzan militarmente por todos lados.
 
El genio de Bolívar ha liberado a los que es hoy Venezuela, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá y creado a Bolivia.  El Libertador con su colosal empresa de unir a todas las nuevas naciones invita a México, Chile, Argentina y las Provincias Unidas de Centro América formadas por Guatemala, Costa Rica y Nicaragua, a ser parte de una confederación, llamándolas a reunirse en una asamblea general,  El Congreso de Panamá. 
 
Después de cinco años de campaña en el sur del continente, Bolívar regresa a Bogotá.  Es el General Antonio Valero quien lo recibe y parten juntos hacia Panamá.
 
La guerra contra España había terminado, pero la guerra política interna era cada vez más violenta.  Tan pronto se independizaron, comenzaron sus líderes en conjunto con la vieja y nueva oligarquía a querer la desunión de la Gran Colombia.   Bolívar era un estorbo para sus planes.
 
El Congreso antes de comenzar tenía un fracaso asegurado, pues las presiones de discordia que existía entre los líderes de las nuevas naciones, en especial el antagonismo entre los generales José Antonio Páez de Venezuela y Francisco Paula Santander de Colombia eran graves.
 
Entre los temas a discutir estaba la expedición para liberar a Cuba y Puerto Rico.  Tanto para Valero como Bolívar la expedición representaba una integral liberación de toda la América que ha sido hispana y el aseguramiento de su defensa.  El plan de Bolívar, desde el punto de vista político y militar, era por tanto perfectamente lógico.
 
Pero este tema era de importancia especial en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y México.  Cada uno de ellos tenía su propio interés en las islas.  Esta compleja situación llevó a Bolívar a volver a considerar su expedición, pues en esos momentos su más importante deseo era que los países europeos y los Estados Unidos reconocieran a las nuevas naciones y sin el apoyo económico y político de Inglaterra, la expedición libertadora no se podía lograr y mantener.
   
En definitiva, la expedición no se efectuó.  Bolívar la siguió considerando en varias oportunidades, hasta que durante su visita a Caracas en 1827, primero volvió a examinar como posible, y luego desistió definitivamente de ella. 
 
Valero observó como se desvanecía su esperanza, y también observó cómo Bolívar hizo todo lo posible a su alcance por lograrlo.  Desde estos momentos se engrandeció la confianza y la amistad entre los dos que estuvo latente toda la vida.
 
....Ante sus ojos...
 
Eran tiempos críticos para el Libertador, pues su ideal de integrar a todos los territorios liberados en una sola y poderosa Nación era destruida antes sus ojos.
 
Antonio Valero se expresa indignado por los acontecimientos.  “Mientras los gobernantes alienten ellos mismos las pasiones haciéndose banderías los gobiernos, sin respeto a la ley, la justicia y la razón, y no procuren con medidas sabias mejorar las costumbres y calmar las pasiones, sin perseguir a los ciudadanos, sin hacer distinción de vencedores y vencidos, no habrá tranquilidad y progreso.”
 
El gobierno de Venezuela lo nombra Comandante de Armas de la provincia de Caracas y Simón Bolívar lo integra a la Junta de Generales que redactará la Ordenanza Militar de Venezuela.  Estos títulos fueron las bases para nuevos nombramientos. 
 
Mientras tanto, con una maquiavélica sutileza, Páez va tramando con apoyo de militares y civiles ser el caudillo de la nueva nación.  Nombra a Valero, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Venezuela y Secretario de Estado para el Despacho de Guerra y Marina. Páez no confiaba en Valero, pues todos sabían su sentido de lealtad a Bolívar. 
 
Los ataques contra el Libertador continúan despiadadamente.  Se conspira contra su vida, se rebelan contra sus decretos, su presidencia, dueños de periódicos organizan campañas de descrédito, en fin nada positivo se producía en torno suyo.  Bolívar comenta en esos momentos,  “Ardua y grande es la obra de constituir un pueblo que sale de la opresión por medio de la anarquía y la guerra civil, sin estar preparado previamente para recibir la saludable reforma a que aspiraba”.
 
En 1829 el Congreso de Venezuela convoca a una asamblea declarando su separación de la Gran Colombia, encarga a Páez al nuevo mando, declarar una nueva Constitución y proscribe a Bolívar fuera de su territorio.  Valero fue uno de los pocos que permaneció fiel al Libertador y en medio de aquel acto de traición alzó su voz de protesta.
 
De inmediato se le fabricó un caso de ser cómplice en una conspiración, pero nunca se le probó su culpabilidad, sino presunciones y deciden expulsarlo del país. En octubre de 1830, es expatriado de Venezuela, estableciéndolo en la isla danesa de Saint Thomas.  Dos meses más tarde se entera de la muerte de su gran amigo.  Bolívar expira en Santa Marta, Colombia.
 
.... Una neutralidad en el conflicto...
 
La vida de destierro es dura, sin familia y solo.  Una amarga desesperanza le acompañaba.  Su tierra natal era una silueta a la vista.  Escribe constantemente al gobierno de Venezuela de su deseo de volver.  De todos los que fueron expulsados al destierro en Saint Thomas,  él fue el único que no la abandonó.  Después de un año, La Suprema Corte Marcial suspende la inhabilitación política que lo había desterrado.
 
Antonio Valero se había casado en España a los 21 años con María Madrid, mujer de acerado temple que lo acompañó a México, en la prisión de La Habana y en su compromiso libertario.   Al regreso a Venezuela fija su residencia en el pueblo de San Sebastián de los Reyes con su esposa y sus dos hijas adolescentes.  Retirado a la vida privada, en un ambiente apacible, rodeado de nuevos amigos, funda un establecimiento mercantil y sembrado de café.
 
A comienzos de 1834, finaliza el período presidencial de Paéz y éste recomienda la candidatura del Doctor José María Vargas.  El Dr. Vargas quien estuvo residiendo en Puerto Rico por varios años, gana por elección como nuevo presidente de la nación.  Pero aquellos militares que participaron en la guerra de independencia no lo aceptan y en menos de un año le quitan el poder por la fuerza, en una guerra de sangre y destrucción.
 
Antonio Valero decide mantener una neutralidad en el conflicto, pues tenía amigos de ambos lados.  Pero el sereno quehacer de su vida es interrumpido por la muerte de su esposa.  Mientras el tiempo mitiga su pesadumbre, decide hacer un largo viaje por el país.  Antes del viaje conoce a Trinidad Lara Martínez y a su regreso a la edad de 50 años, contrae segundas nupcias.  Con Trinidad Lara procrean ocho hijos en el curso de sus vidas. 
 
En 1842, doce años después de haber muerto El Libertador, sus restos son enviados a Caracas y entre su escolta, se encuentra el General Antonio Valero vestido en su uniforme militar.
A su regreso decide ser agente corresponsal en San Sebastián del periódico El Venezolano, el diario más importante del país y comienza un cierto activismo político.  En 1847 el nuevo presidente es José Tadeo Monagas, antiguo colaborador de Paéz y ex compañero de armas de Antonio Valero.
 
..... Como lo hacen los lobos....
 
Desde la muerte del Libertador, el país ha estado en una continua lucha de poderes y alzamientos militares entre los conservadores y liberales. Monagas fue electo por el voto conservador, pero hace una política propia alejándose de Antonio Páez, y de los oligarcas, acercándose al partido liberal.  En San Sebastián como en el resto del país la lucha política enfebrecía y encrespaba las pasiones.  Paéz se alza contra Monagas y hace un llamado por su derrocamiento.
 
El General Monagas llama al servicio a Valero y lo designa Comandantes de Armas de la Provincia de Coro.  Su deseo era estar con su trabajo y su familia, pero él era un militar natural y luchador. 
Por su valor, sacrificio, vencedor de importantes batallas y en defensa de la nación se le ascendió a General de División.  Después de la guerra regresa a San Sebastián con su familia y sus negocios.  A fines del año 1850 cuando el General Antonio Valero de Bernabé tiene 60 años se le condecora con el Busto del Libertador, su más preciado honor.   En los próximos años es ascendido a Comandante de Armas de Cumaná y de Caracas y luego desempeño la Secretaría de Guerra y Marina. 
 
En 1855 es electo el General José Gregorio Monagas, hermano del saliente presidente.  José Gregorio ejerce un gobierno más aristocrático, arrogante, de corrupción administrativa, que da comienzo al disgusto del pueblo y de los líderes políticos.  La larga administración de los Monagas termina en 1858 cuando el General Julián Castro con el apoyo de una unidad temporera entre liberales y conservadores derrota sin mucha resistencia a Monagas. 
 
Como dijo Bolívar, “Cuando yo deje de existir, esos demagogos se devorarán entre sí, como lo hacen los lobos, y el edificio que construí con esfuerzos sobrehumanos se desmoronará en el fango de las revoluciones”. 
 
Tan pronto como Castro tomó la presidencia, las fuerzas conservadoras tomaron el control y con Castro a su lado expulsan del país altos líderes liberales.  Esto es el comienzo de la Guerra Federal que por cinco años incendia al país desde sus mismas raíces.   Antonio Valero responde el llamado de Castro a ser pacificador en la contienda, pero palpa que es inútil y renuncia a su cargo.  Era una guerra entre los liberales y conservadores, ahora llamados federales y centralistas.
 
.... Las afecciones más caras de la vida...
 
Tiene 69 años y sólo desea reposo y vida familiar antes que la guerra.  No sólo son los acontecimientos, pero la presión de sus amigos hace que acepte a unirse a las fuerzas federales.  Los centralistas remplazan a Castro por su vicepresidente Manuel Felipe Tovar.
 
Los federalistas eran encabezados por Ezequiel Zamora y Juan Falcón antiguos subalternos de Valero.  Según Antonio Valero, “El General Ezequiel Zamora es la cabeza del ejército y el alma de la revolución”.  Pero al morir Zamora en combate,  Falcón asume la dirigencia de los ejércitos.  Valero asenta un juicio crítico y descarnado sobre Falcón acusándolo de indisciplinado con las tropas y torpe e imbécil en sus maniobras militares que causan la derrota de las fuerzas federales.  “Se disolvió un ejército tan numeroso que tres días antes era el porvenir de la Federación Venezolana.”
 
No le cuesta más remedio que refugiarse en tierras colombianas y emprende un impresionante y peligroso viaje por las cordilleras andinas de altas cumbres, profundos precipicios y fragosas sendas, este guerrero que avanza con vigoroso temple a la edad de 70 años.
 
Al llegar a Bogotá, Valero es bien recibido por sus viejos amigos, pero siente la angustia de estar de regreso con su esposa y su familia.   Se establece en Cúcuta, en la frontera con Venezuela, cuando comienza a sentirse enfermo.  En un momento de meditación y reflexión  “Esta vista diaria del suelo de la patria, agrava mi situación y enfermedad. Me encontraba en lucha continua de encontrados efectos y de opuestos sentimientos y deseos.  Por un lado me arrastraba el de volver a la patria querida, en donde he dejado las afecciones más caras de la vida, esposa, hijos e intereses. Por otro, el temor que naturalmente engendra los peligros de las persecuciones y el malestar que se debe experimentar por consecuencia de las pasiones que son consiguientes en la lucha sangrienta sostenida en una guerra, por dos partidos que se odian y se detestan disputándose el poder uno para libertar la República y el otro para esclavizarla con el dominio de esa misma tierra, que tuvimos precisión de abandonar por consecuencia de la lucha...y refugiarse en tierra extraña aunque amiga y hospitalaria, sin recursos para comer el amargo pan del ostracismo; y mucho más se padece, sí día y noche se tiene a la vista la tierra amada sin facultad de poder ir a pisar su territorio.”

En Venezuela, el gobierno hace un llamado a Páez que se hallaba emigrado en la ciudad de Nueva York para que tome el mando de la república y éste lo acepta.  Antonio Valero hace varios intentos para poder regresar con su familia, pero Páez se lo impide.
 
Es en medio de su desesperación cuando el General Tomás Cipriano de Mosquera, antiguo compañero suyo, ha sido nombrado por el Congreso, Presidente Provisional.  Mosquera da un decreto de derecho a sueldo y pensión a los militares de la antigua Colombia, que hubieran hecho la Guerra mayor de la Independencia. También le nombra Comandante en Jefe de la 1ra División, con destino al Estado de Boyacá y luego Jefe del Estado Mayor del Ejército de Colombia. 
 
En abril de 1863 termina la Guerra Federal en Venezuela y Valero decide regresar a su familia, renunciando a su posición en el ejército de Colombia.  Pero Antonio Valero nunca vuelve a ver a su esposa y a sus hijos.  Un repentino ataque apoplético corta su vida y el 7 de junio de 1863, a la edad de 73 años muere el prócer americano. 
 
Su cadáver fue conducido al Cementerio, pero como no tenía familiares en Bogotá, ni nadie que cuidase por sus intereses, no hubo señalamiento especial del sitio donde fue enterrado.   En 1874 el Presidente de Venezuela Guzmán Blanco erigía el Panteón Nacional en donde serían conservados los restos de los Próceres de la Independencia, entre los cuales se incluía al General Antonio Valero de Bernabé, pero nunca se encontraron sus restos.
 
Simón Bolívar dijo una vez: “El que lo abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada y gana cuanto le consagra.”
 

miércoles, 12 de octubre de 2011

Contra viento y marea

por Rafael Cancel Miranda
10 de octubre de 2011


Es tanto el control del yanqui sobre la psiquis puertorriqueña y el efecto de ese control sobre nuestra vida por más de 113 años que hasta nos culpamos a nosotros mismos por los males que ellos nos han causado: males  sociopolíticos, económicos  y de valores que son producto del coloniaje.

Nos meten en la cabeza que si los yanquis se van nos mataríamos unos a otros.  ¿Acaso no es bajo los yanquis que nos estamos matando?  Nos tienen tan colonizados que culpamos a la víctima, el pueblo, y exoneramos al victimario, los invasores que desde 1898 tienen secuestrado a nuestro país. 

Nos dicen los yanquis, y lo repiten sus papagayos, que los puertorriqueños nunca vamos a decidir qué queremos.  Nos dividen, nos ponen a pelear uno contra el otro, nos enajenan, nos controlan y luego nos acusan de que no acabamos de ponernos de acuerdo.  Es como si nos estuvieran pateando y luego nos acusaran de ser culpables de la agresión porque no nos unimos y exigimos que pare el abuso.  ¿Pero  qué derecho tienen, en primer lugar, a patearnos?

Como parte del teatro del engaño, se juega a los plebiscitos, los referendos y las elecciones amañadas para llevar el mensaje engañoso de que somos colonia por consentimiento, de que si nos patean es porque así lo queremos.  Así intentan justificar ante el mundo nuestra situación colonial y lavarse las manos de toda responsabilidad.  Si violan nuestros  derechos, es diz que democráticamente.  Bien sabe el imperio yanqui que el derecho de los pueblos a su independencia no es cuestión de tanto más cuanto.

Fue precisamente un engaño lo que el gobierno de los Estados Unidos y sus lacayos del momento quisieron llevar a la Organización  de las Naciones Unidas en 1953 para intentar legitimar el coloniaje y el control absoluto que tienen sobre la nación puertorriqueña mediante el mamotreto colonial del “estado libre asociado”.  La  respuesta a ese fraude criminal la dieron cuatro jóvenes puertorriqueños el 1 de marzo de 1954 en el Congreso de los Estados Unidos. 

Han sido muchos los países en estado de coloniaje—incluyendo las trece colonias bajo el imperio británico—los que han arriesgado la vida por ser libres.  ¿Acaso los puertorriqueños somos una excepción?  No lo somos.  El control económico de los intereses yanquis sobre los puertorriqueños es casi absoluto.  El gobierno colonial, a través de sus agencias seudogubernamentales, controla el empleo de miles y miles de puertorriqueños y la sobrevivencia de otros miles amarrados a la dependencia económica que los yanquis han provocado.   Los medios masivos de comunicación—que incluyen a las agencias publicitarias al servicio de la colonia y de los politiqueros—forman y controlan la mente de un gran sector del pueblo.  ¿Y el control a través de las drogas?  Políticamente es a los yanquis a quienes les conviene que se endrogue nuestra juventud y no desarrolle una conciencia social.  Son las empresas  yanquis las  que se benefician económicamente de los miles de millones de dólares que corren en Puerto Rico por el trasiego de drogas y que van a parar a sus cajas registradoras.   Pero los gritos libertarios vendrán de aquellos que la colonia no ha podido someter, como hemos demostrado a través de la historia en el Grito de Lares, el Grito de Jayuya y otras gestas revolucionarias.

Cuando la lucha por la independencia de las trece colonias, Washington mandaba a fusilar a los que se declaraban leales al Rey Jorge y traicionaban  la lucha por la independencia. La misma historia estadounidense consigna que la gran mayoría del pueblo de las trece colonias temía a la independencia, aunque ahora celebran con bombos y platillos su 4 de julio.   Pero no fue así cuando había que tener “valor y sacrificio” para luchar, y muchos se fueron huyendo a Canadá e Inglaterra.

En todos los países del mundo siempre han existido los incondicionales al invasor…y los subversivos, que son los patriotas que combaten al invasor, sea quien sea.  En  Puerto Rico los incondicionales a España luego se convirtieron en los incondicionales a los Estados Unidos.   Recordemos a Luis Muñoz Rivera, quien juró lealtad a la corona española y, en menos de lo que canta un gallo, al invadirnos los yanquis, juró lealtad a la bandera estadounidense.

Estados Unidos jamás será ni nuestra patria, ni nuestra nación. Es la nación de los anglosajones.   La anexión, decía don Pedro, es la culminación del coloniaje. Sería nuestra desaparición como pueblo.   Pasaríamos a ser arrimaos en nuestra propia patria, unos despatriados.   Gracias a mi pueblo  que pese a los 113 años de coloniaje todavía hay lucha, todavía resistimos.  Muchos han caído y otros caerán, pero lo que importa es que muchos no se han rendido.   Pese a las persecuciones, las masacres, los encarcelamientos, las traiciones, la lucha continúa.   Muchos han sido los derrotados en todas las colonias del mundo, incluyendo aquellas trece colonias, pero miles no hemos doblado rodilla y luchamos en todos los frentes que nosotros mismos hacemos posibles.  La Patria nunca será derrotada pues generación tras generación parirá héroes y heroínas, palabras proféticas de don Pedro Albizu Campos.

sábado, 8 de octubre de 2011

ERNESTO “CHE” GUEVARA

Por Olmedo Beluche
(Publicado en 2007)




Hace cuarenta años caía abatido, en una escuela de un pueblito lejano en los campos de Bolivia, Ernesto“Che” Guevara, revolucionario argentino, cubano, boliviano, congolés, latinoamericano, vocero de los pueblos oprimidos del mundo, que todos estos gentilicios se hicieron carne en el internacionalista más consecuente que haya nacido.

No había cumplido yo los diez años, pero ya sabía de su existencia. Por supuesto, no comprendía a cabalidad lo que estaba en juego, pero ese sentido de solidaridad y de justicia, que es natural en los niños de esa edad, antes que lo destruya la socialización y la moral individualista del capitalismo, me movía a la admiración por el Che. Tal vez por eso, recuerdo que, ante la pregunta trillada (“¿Qué quieres ser cuando seas grande?”) de una tía un poquito pesada y bastante gringuera, orondo le respondí: “quiero ser guerrillero”. Hasta hoy no olvido su cara de desagrado.


 Estoy casi seguro que la noticia de su muerte me la dio mi padre, cuya confirmación debió escucharla por Radio Habana Cuba, la que ponía a diario en un tono bajito, como cientos de miles de latinoamericanos por aquella época.

Cuarenta años después, sus palabras retumban en mi mente: En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.”
Che, tu grito de guerra llegó, no a uno, sino a millones de oídos receptivos. Y aunque la lucha no siempre discurrió por los caminos que previste, y adquirió nuevas formas, tu ejemplo cunde, inspira y vive en todos aquellos que día a día luchan por un mundo mejor, sin explotación, ni opresión, ni miseria capitalistas. Un mundo donde todos los seres humanos seamos realmente hermanos.

En este aniversario de tu muerte, conociendo tu verticalidad moral, estoy seguro que repudiarías un panegírico pomposo y vacío, reducido a formales alabanzas. Creo que preferirías que usemos la fecha para algo más productivo y útil, que pueda transformarse en“armas” políticas y armas reales para continuar la lucha en la que no cejaste hasta ese aciago día de octubre.
Hagámoslo: ¿Qué de la vida y el pensamiento del Che Guevara es útil a los jóvenes de edad y corazón que luchan a inicios del siglo XXI por “otro mundo posible”?

Algunos dirán, los más negativos, que la América Latina y el mundo de hoy tienen poco en común con los tiempos que le tocó vivir al Che. Que desapareció la URSS y el “campo socialista”;que el Vietnam que tanto admiró ahora vuelve al capitalismo y es amigo de Estados Unidos; que la Cuba socialista y revolucionaria, a la que dedicó lo mejor de su vida, apenas se sostiene en su ostracismo; que la guerra de guerrillas fracasó allí donde se implementó.

Y todo esto es en parte cierto, pero también es en esencia falso. Porque habiendo cambiado las formas en que la lucha de clases se presenta en el mundo, el meollo del problema sigue siendo la misma que señaló el Che:

“En definitiva, hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una gran confrontación mundial. La finalidad estratégica de esa lucha debe ser la destrucción del imperialismo. La participación que nos toca a nosotros, los explotados y atrasados del mundo, es la de eliminar las bases de sustentación del imperialismo: nuestros pueblos oprimidos, de donde extraen capitales, materias primas, técnicos y obreros baratos y a donde exportan nuevos capitales-instrumentos de dominación-, armas y toda clase de artículos, sumiéndonos en una dependencia absoluta.

El elemento fundamental de esa finalidad estratégica será, entonces, la liberación real de los pueblos; liberación que se producirá; a través de lucha armada, en la mayoría de los casos, y que tendrá, en América, casi indefectiblemente, la propiedad de convertirse en una Revolución Socialista.
Al enfocar la destrucción del imperialismo, hay que identificar a su cabeza, la que no es otra que los Estados Unidos de Norteamérica.

Todo lo descrito en estos párrafos del Mensaje a la Tricontinental(abril-mayo de 1967) no sólo sigue siendo plenamente vigente, sino que la globalización neoliberal lo ha potenciado al máximo. El saqueo del mundo y la naturaleza por parte del imperialismo llegan al paroxismo; la polarización de la riqueza de un lado minoritario y de la miseria en un grado creciente de la humanidad; la guerra como método de rapiña (ahora no es Vietnam, pero están Irak o Afganistán); la amenaza de una guerra nuclear contra Irán; los sufrimientos indecibles y el valor estoico de los palestinos; la imposición de los mismos planes económicos neoliberales, fotocopiados desde Washington en todos lados; el gobierno norteamericano como cabeza del imperialismo global.

El mundo de hoy, cada vez más sumido en una misma opresión, requieren una actitud de lucha internacionalista y solidaria como la que practicó el Che, quien así no lo vea y crea que puede salvarse solo, que se ilusione pensando que su nación puede evadirse sola, está perdido, porque no ha entendido nada.

“Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común los ejercita (...) Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización...” (El socialismo y el hombre en Cuba).

Hoy, como ayer, el problema central para la supervivencia del género humano, es el imperialismo. ¿Cómo enfrentarlo? El Che proponía repetir por doquier el ejemplo del heroico pueblo vietnamita. “Crear dos, tres, muchos Vietnam, es la consigna”. Hoy podríamos decir, crear dos tres Iraqs, o, por qué no, Venezuelas o Bolivias, ya que las formas de las luchas son variadas y cada pueblo la hace a su manera y en las condiciones que le toca:

“¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Viet-Nam florecieran en la superficie del globo, con su cuota de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste de dispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del mundo!”

Todo lo que pueda haber de retroceso en la lucha por la liberación de los pueblos respecto a los años sesenta también fue atisbado por el Che. Es conocida su profunda repulsa y desconfianza por los burócratas del Kremlin, quienes, en nombre del socialismo, usufructuaban privilegios y negociaban con el imperialismo las luchas de liberación de los pueblos, como quien intercambia figuritas. Ahora esos mismos burócratas ya no hablan de socialismo (¡mejor!) y son prósperos capitalistas que se han robado (privatizado) las industrias de sus pueblos. Por algo en su mochila en Bolivia encontraron un libro de Trotsky.

En el Mensaje a la Tricontinental denunció directamente la política de la URSS y China de dejar solo al pueblo de Vietnam:

“El imperialismo norteamericano es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartidos por todo el orbe. ¡Ya lo sabemos, señores! Pero también son culpables los que en el momento de definición vacilaron en hacer de Viet-Nam parte inviolable del territorio socialista, corriendo, sí, los riesgos de una guerra de alcance mundial, pero también obligando a una decisión a los imperialistas norteamericanos. Y son culpables los que mantienen una guerra de denuestos y zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes de las dos más grandes potencias del campo socialista.

Preguntemos, para lograr una respuesta honrada: ¿Está o no aislado el Viet-Nam, haciendo equilibrios peligrosos entre las dos potencias en pugna?

Y, ¡qué grandeza la de ese pueblo! ¡Qué estoicismo y valor, el de ese pueblo! Y qué lección para el mundo entraña esa lucha.”

En Argelia en 1965, criticó directamente la política comercial de la URSS:

“El desarrollo de los países que han tomado el camino de la libertad debe ser apoyado por los países socialistas; esta es mi profunda convicción.

¿Cómo puede ser considerado de beneficio mutuo vender a los precios del mercado mundial las materias primas que ha costado sudor y sufrimiento a las masas de los países atrasados y comprar a los precios del mercado mundial las máquinas producidas por las grandes plantas automatizadas de hoy en día?

Es obligación de los países socialistas terminar esta tácita complicidad con los países explotadores del Oeste”.

Respecto al carácter y la dinámica de los procesos de liberación de los países oprimidos, el Che respondió a los reformistas de ayer y hoy, a los “comunistas” stalinistas que sostenía la “teoría de la revolución por etapas”, según la cual nuestros pueblos repetirán el caminos de Estados Unidos y Europa de un “desarrollo”capitalista dirigido por una “burguesía progresista”, el Che señaló muy claramente, en un párrafo muy semejante lo dicho por Trostky:
“Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer: o revolución socialista o caricatura de revolución.”
La misma convocatoria por parte del Che, y de la dirigencia cubana, encabezada por Fidel, a la conformación de la Tricontinentaly posteriormente, la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), fue el intento, lastimosamente no repetido ni continuado, de conformar una Internacional revolucionaria, en momentos en que los burócratas de Moscú habían disuelto la III Internacional, fundada por Lenin y Trotsky. Hoy habría que retomar esa idea.
El Che siempre tuvo una clara convicción “bolivariana” de la liberación de nuestro continente, es su faceta más conocida, porque no sólo la teorizó, sino que la llevó a la práctica, hasta las últimas consecuencias:

“Podemos preguntarnos: esta rebelión, ¿cómo fructificará?; ¿de qué tipo será? Hemos sostenido desde hace tiempo que, dadas sus características similares, la lucha en América adquirirá, en su momento, dimensiones continentales. Será escenario de muchas grandes batallas dadas por la humanidad para su liberación.”

¿Podemos criticar al Che? ¿Hay algo en lo que estaríamos en desacuerdo con él? La hipocrecía y la adulación seguramente son características que él repudiaba, así que mejor discutamos de frente las diferencias, como al le habría gustado, como deben hacer los revolucionarios.

A nuestro modesto juicio, la parte más débil de los aportes del Che fue su teoría del foco guerrillero. No porque haya que descartar para nada la realidad de que las revoluciones son sangrientas, ni que creamos la ficción de que el fantasma de la guerra civil esté descartado de nuestro futuro, ni creamos aquellos cuentos de que el “mundo cambió” y la historia se estancó en la democracia liberal (burguesa).

La violencia es partera de la historia, y los acontecimientos en Venezuela y Bolivia indican que ella sigue allí, acechando, pese a los triunfos electorales de los sectores progresistas.

El problema es otro. De los escritos del Che se aprecia un claro unilateralismo en cuanto a los métodos de la lucha revolucionaria, la guerra de guerrillas. Hay también una exaltación un poco exagerada del campesinado latinoamericano y sus posibilidades revolucionarias. Esto en un momento en que, a partir de mediados del siglo XX, Latinoamérica dejaba su pasado rural y latifundista, por una industrialización sustitutiva, con crecimiento urbano cada vez mayor, y un peso creciente de la clase obrera compuesta por millones de personas, con sus propios métodos de lucha y organización.

Tal vez por esto los procesos revolucionarios en curso en el continente, y sus vanguardias más representativas (Venezuela, Bolivia, Ecuador) discurren por un camino un tanto distinto a lo preconizado por el Che.

La guerra de guerrillas tuvo cierto éxito allí donde se combinó con insurrecciones urbanas, como en la misma Cuba, Nicaragua, El Salvador. El caso de las FARC de Colombia es diferente y merece un estudio particular, pero indudablemente constituye una excepción en el continente.

Finalmente, sin haberlo dicho todo, ni pretender haber abarcado una reflexión sobre la que hay tanto que decir y tantos tienen algo que decir, culmino señalando que el Che Guevara, desde mi perspectiva, es la encarnación del revolucionario al que todos debemos procurar imitar porque encarnó la moral nueva de la que debe nutrirse quien aspire a luchar por un mundo mejor. Por eso lo respetan a sus más acérrimos enemigos.

Para retratarlo como era, qué mejor que su carta de despedida a sus hijos, que también lo somos quienes procuramos (así sea un poquito) seguir su ejemplo (creo no haber leído nada más conmovedor en mi vida):

 

"A mis hijos"

Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.  Casi no se acordarán de mé y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.

Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo,
Papá”.

Bibliografía:
1. Gallardo, Helio. Vigencia y mito de Ernesto Ché Guevara. Colección Luciérnaga. Editorial Universidad de Costa Rica, 1997.
2. Guevara, Ernesto Che. Mensaje a la Tricontinental. Ediciones Ruedo Ibérico.
3. Moreno, Nahuel. Che Guevara. Héroe y mártir de la revolución. Colección Personajes del Socialismo. Ediciones UNIOS. México, D.F. 1997.