por Jesús Dávila
SAN JUAN, Puerto Rico, 24 de julio de 2013 (NCM) –La
región del Caribe, con una alta concentración de fuerzas militares, presenta
varios acertijos, como la contradicción del contrabando de drogas y armas
enriqueciendo el crimen en Estados Unidos mientras ese país tiene más de la
mitad sus tropas en la zona destacadas en Puerto Rico, en el perímetro de
instalaciones estratégicas que no existen dese hace tiempo.
En la zona comprendida entre el Río San Juan, al sur de Colombia, y el Río Grande, al norte de México –que incluye todos los países del litoral caribeño- se concentra el 57 por ciento de los ejércitos de América Latina, lo que ya de por sí atestigua la importancia estratégica atribuida a la región.
En la otra cara de la moneda, EEUU, Inglaterra,
Francia y Holanda patrullan el Caribe con una fuerza de menos de 40.000
soldados y marinos. Pero estas potencias cuentan con superioridad tecnológica,
acuerdos con gobiernos tributarios y estamentos castrenses afines, además de
bases y colonias que se supone protejan los pasos marítimos.
A veces parece un teatro de operaciones para practicar
las enseñanzas de Tucídides en la Historia de la Guerra del Peloponeso, con la
esperanza de que en esta ocasión mantenga su hegemonía la nueva Atenas
democrática, representada por Washington, y no ponga fin a su imperio la
Esparta latinoamericana.
Uno de los aspectos más llamativos es el de la fuerza
irregular compuesta por los contrabandistas, que hasta ahora ha mostrado una
capacidad impresionante de ajuste, recuperación y uso de los obstáculos
militares para catapultar sus rutas de comercio ilícito.
Un estudio publicado en el 2009 consignaba una
preocupante discrepancia entre las cifras de importación de armas informadas a
las Naciones Unidas por los países latinoamericanos y las ofrecidas por los
países que supuestamente las exportaron hacia América Latina. Tales desbalances
pueden explicarse por el secreto militar o fallas de contabilidad, pero el
análisis advierte que también podría estar la huella del contrabando.
En el caso de México, la
zona de libre comercio transformó ese país en exportador importante de piezas
de armas que son ensambladas en EEUU, que a su vez devuelve un contrabando
intenso precisamente de armas. Dicho contrabando es un factor en la guerra
entre pandillas por el control del mercado interno de la droga y su exportación
a EEUU, país cuyos criminales se benefician de manera principal de ambas
vertientes del comercio contrabandista.
Las ganancias de decenas de miles de millones de
dólares del contrabando –sea de armas, drogas u otros- así como de las
actividades criminales asociadas sirven de base material parta la delincuencia
organizada. El Centro de Inteligencia sobre pandillas calcula que en EEUU hay
33.000 pandillas con 1,4 millones de miembros, lo que constituye un ejército
casi de igual tamaño que las fuerzas armadas activas de ese país.
El informe del centro dice que el fenómeno de las
pandillas está creciendo en EEUU, pero contrasta con otro, difundido por el
Centro de Estadísticas de Justicia, publicado en 1992 y que se refiere a la
segunda mitad de los años setenta del siglo pasado. El estudio indica que en
poco más de 2.000 ciudades de sobre 10.000 habitantes en EEUU había casi
180.000 pandillas, que tenían cerca de 1,5 millones de miembros activos.
Tales contradicciones en
los informes y en los datos sobre el papel protagónico de la situación interna
de los propios EEUU en lo tocante a los negocios de contrabando no son
centrales en las preocupaciones que se expresan en el plan estratégico de la
Casa Blanca sobre el crimen internacional. La mira del presidente Barack Obama
enfoca más bien el problema de organizaciones de delincuentes comunes que
puedan estar haciendo negocios con terroristas y gobiernos desafectos a
Washington.
Otro caso llamativo es el
de Puerto Rico, la pequeña nación isleña ubicada equidistante de Guantánamo y
Caracas en el noreste del Caribe, colonia de EEUU desde 1898 y que, por su
carácter de frontera artificial a 1.000 kilómetros de la costa real
estadounidense más cercana, se ha convertido en un punto mayor para el trasbordo
del contrabando en esa subregión.
En los decenios de crecimiento y apogeo del imperio
estadounidense, Puerto Rico fue base que albergaba muchas operaciones militares
de largo alcance, como lo fueron la Estación Naval de Roosevelt Roads y la Base
Aérea Ramey Field, esta última parte del Comando Aéreo Estratégico con
bombarderos B-52 para la guerra nuclear con la Unión Soviética. Llegó también a
tener instalaciones de comunicaciones del mismo nivel como centro “mayor” de
radioteletipo para las bases en el país, Guantánamo y Trinidad, así como
el sistema de comunicaciones de Roosevelt Roads y Toa Baja, parte del programa
“Echelon”.
Aunque todo aquello cerró
hace años, todavía hay algunas instalaciones de relativa importancia, como el
Radar Relocalizable Sobre el Horizonte que vigila Suramérica, de Venezuela
hasta el norte de Bolivia, el otro sistema con centro en Aguada que forma
parte, aunque menor, en las redes de radares de la flota y las pequeñas bases
de mercenarios. Todavía también, la mayoría de los cables submarinos de
telefonía y de internet que discurren de EEUU hacia América Latina forman un
cono que se encuentra en la vecindad de Puerto Rico y vuelve a separarse para
dirigirse a sus destinos.
Pero la diferencia tan
marcada entre lo que hubo y lo que se conoce que queda, dejan como otro
acertijo el número tan alto de tropas estacionadas en la isla y el hecho de que
el costo de mantenerlas se haya más que triplicado en la última década.
Saludos Compañero,
ResponderEliminarDesde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) determinó en el 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad, no hay más necesidad para consultas o plebiscitos. La solución es entregarle a Puerto Rico su soberanía.
Pero como el Gobierno de Estados Unidos (EEUU) no quiere hacer eso, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU pidiéndole exactamente eso. EEUU para engañar al mundo que le interesa descolonizar a Puerto Rico, continúa proponiendo plebiscitos para saber lo que quiere los puertorriqueños. Aunque 100% de los puertorriqueños queramos seguir siendo una colonia de Estados Unidos, todavía estaríamos obligado a tomar nuestra soberanía para después decidir que queremos hacer.
Lo único que sirve estos plebiscitos es para que EEUU divida los puertorriqueños. Un puertorriqueño no nos invadió para hacernos una colonia. ¿Cuándo nos daremos cuenta que tenemos que unirnos?
¡Por eso es que tenemos que protestar pacíficamente por lo menos 3 veces al año hasta que lograr la descolonización de Puerto Rico!
José M López Sierra
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com